lunes, 29 de marzo de 2010

OMG diary: vampiros


Cacemos bocas entreabiertas. en el torpe hálito tras el rezo. mientras hacemos la digestión. la presa reposa. bajo la sombra de su dios. atmosférico. con abundantes lluvias previstas para hoy. la carne será blanda. el diente poético. la noche fácil. para encontrar la yugular. cacemos con las bocas. entreabiertas como una herida que supura. el deseo o el íncipit. de la primera dentada. en el cuerpo presa. como es normal en estas historias. descontadas de la noche.    

3 comentarios:

BOB dijo...

Querelle, una estupidez, una pregunta: tú también crees que los marineros son las alas del amor?

Querelle, una cursilería: son también tus ojos rubios lo mismo que el amor?

Y el mar, Querelle, qué piensas del mar? Es un marinero el mar? Y el cuerpo? Puede un cuerpo tener norte, destino o brújula?



Yo, que soy Corsario, no lo sé; otros cuerpos, nada saben; déjalos pues anegarse.




;-P

Querelle dijo...

Hermoso Bel:

te respondo desde lo más bonito de mis vísceras (en orden in-verso):

1. navego a la deriva
2. de los cuerpos celestes
3. tatuados o no
4. son los pájaros
5. las anclas del amor

Pero qué cursi, qué cursi soy, Bruja Avería dixit.

Petons (ups)

BOB dijo...

Gran respuesta, dijo el Rey Pasmado.



Pero sigamos siendo cursis, Querelle:


Sabes, Querelle, cuántas veces he dicho "Querelle" para nombrarme?

Cuántas veces he utilizado tu nombre como apodo?

Cuántas veces mi nickname era tu nombre y no me ocultaba (en ti, tras ti, bajo ti como una máscara)?

Cuántas cuentas de correo he borrado con la palabra "Querelle" para dejarte libre?


Lo sabes?


No, no sabes nada, Querelle. Nada.


Hoy he paseado por el puerto; creí que los rayos del sol me acompañarían pero me equivocaba. El viento. Me acerqué hasta el Port Vell. Mi cuello. Sobre el puente de madera eché algunos pedazos de la merienda que había preparado a los peces: un choque de bocas peleándose por las migajas que yo no quería. Pan de molde, me dije, pan de molde.


Y luego pensé que la vida a veces valía la pena, mientras unos turistas griegos los fotografiaban, a esos peces mutantes que nadie en ningún sitio se atrevería a probar nunca, a hincarle el diente, nunca.


Y luego me asomé al agua y vi mi reflejo perdiéndose como llevado por las aletas de esos tiburones, esos tiburones pixelados, diminutos, ondulantes, feroces. ¿Los has visto, no?


Bocados de aguamarina, podría titularse ---porque sigamos siendo cursis, por favor.




No es Narciso: es Querelle (¿cómo no lo había sabido antes?).

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